Rosemary Vargas . Exposición «Utopos» en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

UTOPOS

   Hay quien ha dicho que la utopía, como el horizonte, se aleja a medida que caminamos hacia ella. En ningún lugar y sin embargo anhelada, próxima y lejana, es una de esas estructuras que conforman a la vez que se ofrecen abiertas a la infinita serie de posibles integraciones. No hay, por tanto, utopía sin intervención. Lejos de hacer referencia a quimeras irrealizables, recoge uno de nuestros modos más fundamentales de ser humanos, ofreciéndonos un horizonte común donde se reorganiza la relación con la propia realidad. Lugar que no está en ningún lugar y sin embargo donde todos, en cierta forma, nos sabemos.


Para Octavio Paz el poema «es un texto que la lectura convierte en pretexto de una experiencia única y personal. …es un objeto o mecanismo de permutación …». Como la utopía, el poema invita a intervenir, alejándonos de lo convencional para colocarnos en el momento en el que el mundo se nos ofrece todavía lleno de posibilidades. Es una estructura dinámica cuya finalidad es la comunicación. Una vía de acceso a ese lugar común a todos, donde se desarrolla el juego entre la estructura de la obra y sus signos y quien la lee, contempla, o escucha. La obra articula una realidad que se vive como deficitaria y al implicarnos en ella se convierte en ese mecanismo de permutación con el que recorremos el camino que nos conduce a la experiencia de la que nos habla Octavio Paz.


Con sus Varillas, Paz Santos nos propone una gramática en la que el hecho formal aparece despojado de todo aquello que impida verlo en su fundamental dinamismo. A partir de aquí construye en el espacio, hablándonos con una voz en la que resuenan ecos elementales, arquetípicos, de la urdimbre misma de nuestro propio ser. La «Cinta de Moebius» nos retrotrae a los principios, y los presenta en un trazo sensual que se despliega continuo en el espacio, en eterno proceso. Sus libros son objetos virtuales que invitan a la actualización. Metáforas formales de asombrosa economía sobre todo aquello que contienen. la serie de sus mesas colgadas introduce algo a lo que ya apuntaban algunos de los libros con los pequeños hombrecillos que los contemplan absortos. El continuo de la «Cinta de Moebius», se puebla de figuras que lo fragmentan y, sin embargo, lo mantienen vivo. En «la Otra Cena» el continuo se endurece, el movimiento parece haberse estancado. Encontramos entonces una gran superficie curva en la que, entre los rastros de lo anterior, vemos nuestro propio reflejo. Paz Santos nos invita así a ponernos en marcha hacia ese lugar que nos devuelve lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Lugar que tal vez no esté sino en los momentos en que, al confrontar la obra de arte, nuestra percepción despierta a esa particular alquimia que abre en nosotros dimensiones inéditas, siempre próximas, siempre esquivas.

 Rosemary Vargas

 

Paz Santos escultora
Paz Santos, escultora

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